Los efectos de la moratoria en la competitividad grancanaria (1 de 2)
1ª parte: Incidencia sobre la capacidad para atraer visitantes y alcanzar valoraciones positivas
El desarrollo turístico de Gran Canaria ha estado encadenado en las últimas dos décadas a las moratorias turísticas que han condicionado la evolución de su competitividad en el mercado turístico internacional, cada día más competitivo con productos turísticos de muy alta calidad. En el presente artículo se tratan los principales efectos que han tenido las moratorias turísticas de Gran Canaria sobre la competitividad turística del destino. Si entendemos como moratoria turistica “la suspensión indiscriminada del otorgamiento de licencias para la construcción de establecimientos turísticos”, en el caso de Gran Canaria, podemos contar tres casos:
1ª moratoria de GC: el PIOT de 1995 (1992-1998). En 1992 se suspenden las licencias turísticas por el Cabildo, en base a la redacción del PIOT, que se aprueba en 1995 y se desarrolla sólo en la isla de Gran Canaria, limitando su crecimiento en comparación con las demás islas. En 1998 el PIOT es anulado por el TSJC por graves deficiencias en su redacción.
2ª moratoria de GC: Ley de Directrices del 2003: 2003-2009 (“1ª moratoria de Canarias”).
3ª moratoria de GC: Ley de Medidas Urgentes del 2009: 2009-? (“2ª moratoria de Canarias”).
En el artículo se relacionan efectos principales de las moratorias de Gran Canaria, diferenciados por la incidencia en cada una de las tres componentes de la competitividad turística:
1) la componente comercial (capacidad para atraer visitantes)
2) la componente cualitativa (capacidad para alcanzar valoraciones positivas de los visitantes)
3) la componente de contribución a la economía local y al bienestar social (creación de empleo, gasto turístico,..)
En esta primera parte se tratan las incidencias sobre las primeras dos componentes, en la segunda parte se tratará la incidencia sobre la tercera componente, especialmente sobre el empleo.
(1) Incidencia sobre la capacidad para atraer visitantes (componente comercial):
Efecto 1: Contención de la adaptación de la estructura alojativa a las nuevas expectativas del mercado. En una visión evolutiva se observa que Gran Canaria mantiene su relación de 24-26% de la cama hotelera de su capacidad alojativa, la cual ya tenía durante toda la década de los 90, hasta el año 2003, mientras que los destinos vecinos evolucionan ya en el periodo de los años 90 claramente a favor de la cama hotelera. Gran Canaria en 1991 dispone de 35.085 camas hoteleras (23,9% de su oferta alojativa) y en el 2007 llega a 47.853 (33,2% de su oferta), mientras que Tenerife en 1991 disponía de 59.831 camas hoteleras (49,1% de su oferta total) y en 2007 tiene 78.825 camas hoteleras (59,35% de su oferta) y Fuerteventura en 1991 disponía de 9.382 camas hoteleras (25,2% de su oferta) y en 2007 tiene 31.361 camas hoteleras (54,33% de su oferta). Gran Canaria llega al cambio de milenio (que coincide con su entrada en la etapa de madurez) con una estructura alojativa inversa a las nuevas expectativas de la demanda, que claramente se había decantado por la cama hotelera. Por tanto, la estructura no coincide con el tipo de cama demandada (la hotelera), de lo que se deduce una menor capacidad comercial.
Efecto 2: Limitación de la modernización e innovación alojativa. Al limitar la creación de nuevas y modernas plazas hoteleras tan sólo a la rehabilitación de establecimientos ya operativos, ciertos productos especializados innovadores no tienen posibilidad alguna de aparecer. Por tanto, el efecto de la moratoria es altamente limitador de la innovación, pues limita la posibilidad de la innovación alojativa a la rehabilitación, que siempre será un producto derivado basado en lo que la organización hizo anteriormente. En este sentido, las declaraciones del 14.11.2010 del Sr. Caspers, Subdirector de Air Berlín para España y Portugal, no tienen desperdicio: “La planta hotelera canaria está en general un poco anticuada. Los hoteles no son de ayer – en su mayoría- y compiten con mercados como Egipto o Turquía, que sí tienen hoteles de ayer hechos para la demanda del turista de hoy; ….el futuro no pasa únicamente por la rehabilitación de la planta hotelera ya que las ampliaciones que son necesarias para adaptarse al nuevo cliente..no se pueden hacer con las construcciones de hace 20 años. No es la misma gastronomía, los mismos pasillos; todo es diferente. Hay cosas que no se pueden adaptar, sino que es necesario tirar y volver a construir. Es difícil competir con hardware antiguo y Canarias, si no pone remedio, puede perder cuota”.
Efecto 3: Entrada de camas en el mercado sin planificación del concepto comercial. Las nuevas camas hoteleras surgidas entre 2001 y 2005 entraron con bastante rapidez en el mercado con motivo de aprovechar sus licencias hoteleras antes de que la moratoria entrara en vigor, rapidez la cual en muchos casos afectó al posible tiempo dedicado a una mayor planificación del producto. El objetivo inmediato posiblemente no fue crear un producto innovador, sino ejecutar la licencia de construcción antes de su anulación. La moratoria no sólo anuló la capacidad de innovación, sino en muchos casos una adecuada planificación comercial del producto.
Efecto 4: Limitación en la creación y desarrollo de productos turísticos ligados a la cama hotelera. Otra consecuencia derivada de la falta de oferta de camas hoteleras en el mercado grancanario es una mermada capacidad de desarrollar ciertos productos turísticos claramente dependientes de la cama hotelera superior (turismo de congresos, medical wellness,..). Los productos turísticos que muestran alta dependencia de una planta hotelera moderna no pueden adquirir un grado alto de competitividad con relación a otros destinos con una planta hotelera más moderna y desarrollada. La capacidad para atraer visitantes se ve claramente reducida.
Efecto 5: Reducción de la capacidad alojativa total del destino. Un objetivo de la moratoria fue regular el crecimiento de la oferta del destino. En efecto, la oferta había sido regulada por la moratoria en cuanto a su crecimiento, pero la subsistencia competitiva de una cama en el mercado se seguía regulando por los mecanismos naturales de autorregulación del mercado, la cama que no tiene demanda simplemente desaparece del mercado. Cuando se regula el crecimiento de la oferta, y paralelamente la oferta disminuye por expulsión del mercado, la consecuencia es una pérdida de camas totales para el destino, contenida en la primera mitad de la inicial década de los 2000 por el aumento paralelo de camas hoteleras, pero mostrándose ya en una pérdida progresiva de camas turísticas del destino a partir del 2006, por haberse agotado ya las ejecuciones de las licencias hoteleras aprobadas. Mientras la oferta total destino en 1999 es de 143.085 camas, la oferta actual es de 129.534 camas (según los datos del Patronato del 05.11.2010). Las camas extrahoteleras disminuyen de 108.067 (en 1999) a 73.551 (a 05.11.10).
(2) Incidencia sobre la capacidad de crear satisfacción (componente cualitativa):
Efecto 6: Creación de situaciones de oligopolio. El contener el crecimiento de la oferta ha conllevado asimismo a que la oferta del producto alojativo “cama hotelera de categoría superior en núcleos turísticos nuevos” sea limitada y esté en manos de pocos, es decir, se creó una situación de oligopolio. Situaciones de oligopolio (o monopolio) conllevan una competencia limitada (o nula), y con ello el peligro de no renovar o actualizar instalaciones y/o conceptos vacacionales, pues tienen asegurada la demanda (a corto plazo). Por ello, a medio plazo la falta de competencia directa puede causar una pérdida de competitividad, derivada de una menor capacidad para crear satisfacción al no hacer las renovaciones necesarias del establecimiento.
Efecto 7: Insatisfacción del visitante por percepción de planta alojativa envejecida en relación a otros destinos. Si, por un lado, no entran nuevas camas modernas e innovadoras en el mercado (ver efecto dos: “limitación de la modernización e innovación alojativa) y, por otro lado, los oligopolistas de los núcleos emergentes no renuevan por tener una demanda asegurada (a corto-medio plazo) y los establecimientos obsoletos de los núcleos antiguos no lo hacen (sea p.ej. por falta de financiación o de una proyección de viabilidad comercial), la consecuencia es una percepción generalizada de una planta alojativa envejecida por parte del turista que podría derivar en insatisfacción y/o en una apreciación deteriorada del destino con relación a otros destinos.
En la segunda parte del artículo se tratará la incidencia sobre la tercera componente, la contribución del turismo a la economía y bienestar de la población local, especialmente sobre el empleo.
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