Condicionantes de la competitividad turística grancanaria (2 de 5)
2ª parte: Intervención administrativa e infraestructuras turísticas en la madurez
Gran Canaria a partir del 2000 recibe progresivamente menos visitantes extranjeros hasta el 2009, año en el que desciende un 12,51%. En este caso ya no se puede hablar de una crisis turística como las anteriores (las crisis de los años 70 o la crisis turística de 1988-91), sino de una nueva situación, propia de un periodo de madurez, análogo a la fase de madurez de un producto en el marketing. Durante la primera década de los 2000 varios factores contribuyen al desequilibrio, solapándose a la situación de estancamiento, algunos como procesos aislados (notable en mercados individuales, como el retroceso importante del mercado británico a partir del 2006, con motivo del encarecimiento del paquete turístico por la devaluación de la libra esterlina con relación al euro) y otros como procesos globales (notable en todos los mercados, como las manifestaciones de la crisis económica internacional a partir del 2008). En el 2009 se solapan una crisis de destino turístico con una crisis turística, es decir, una crisis sobre otra crisis. Dicho de otro modo, una crisis turística de tipo económico-global se produce dentro de un periodo de madurez del destino, el cual ya antes de la crisis económica del 2008 presenta como destino turístico en conjunto, y en la mayoría de sus núcleos turísticos, claros síntomas de declive.
Nos centramos en la crisis de fondo, la crisis de destino turístico, la que acompaña a la etapa de madurez a partir del 2000. La causa de esta crisis de producto radica en la pérdida de competitividad turística internacional de Gran Canaria. En la pérdida de competitividad han influido, por un lado, factores externos (como la entrada de productos turísticos en el mercado internacional en destinos que son muy competitivos en precio y modernidad de sus instalaciones) y, por otro lado, y en gran medida, factores internos, que son principalmente los siguientes cinco: la intervención de la Administración en los mecanismos naturales de autorregulación del mercado, la falta de renovación de infraestructuras turísticas, la falta de desarrollo de una oferta de ocio complementario, la falta de desarrollo de los nuevos productos turísticos y la falta de innovación. Estos cinco condicionantes se tratan a continuación individualmente:
(1) La intervención de la Administración en los procesos de regulación de oferta-demanda del mercado tiene efectos determinantes en la estructura y la modernidad alojativa del destino Gran Canaria. Ya en 1992 se suspenden las licencias turísticas por el Cabildo, en base a la redacción del PIOT, el cual se desarrolla sólo en la isla de Gran Canaria, limitando su crecimiento notablemente en comparación con las demás islas. En 1995 el PIOT es aprobado y posteriormente en 1998 anulado por graves deficiencias en su redacción, pero la isla ya entonces había perdido notablemente en competitividad en cuanto a modernidad de sus instalaciones y tipos de cama ofertados. En una visión evolutiva se observa que Gran Canaria en 1991 dispone de 35.085 camas hoteleras (23,9% de su oferta alojativa), en el 2001 dispone 35.855 camas hoteleras (25,8% de su oferta) y en el 2007 llega a 47.853 (33,2% de su oferta), mientras otras islas evolucionan claramente a favor de la cama hotelera, como Tenerife, que en 1991 disponía de 59.831 camas hoteleras (49,1% de su oferta), en 2007 tiene 78.825 camas hoteleras (59,35% de su oferta) y Fuerteventura, que en 1991 disponía de 9.382 camas hoteleras (25,2% de su oferta), en 2007 tiene 31.361 camas hoteleras (54,33% de su oferta).
Gran Canaria llega al cambio de milenio con una estructura alojativa inversa a las nuevas expectativas de la demanda, que claramente se había declinado por la cama hotelera, y con una parte importante de su oferta total alojativa con mayor antigüedad en relación a otros destinos, factores que merman determinantemente su capacidad de atraer visitantes y de satisfacerlos, dos de las tres componentes básicas de la competitividad turística.
Pero la intervención de la Administración prosiguió en el 2001 cuando, mediante dos decretos (poco después anulados), se paralizaba la construcción de hoteles. En el 2003 se confirma la “1ª moratoria turística”. Durante los avatares judiciales y las suspensiones de los decretos entre 2001 y 2003 un gran número de empresarios con licencias de construcción en vigor, las cuales veían peligrar por su inminente suspensión, comienzan con la construcción de sus proyectos aprobados. La intervención produce inicialmente el efecto contrario al deseado: el número de camas aumenta ante el temor de ser desclasificadas. En los años 2001-2007 entran 12.000 camas hoteleras en el mercado grancanario (el 84% de ellas en los núcleos emergentes de Meloneras a Mogán), mientras que en la década entre 1999 y 2009 se pierden casi 30.000 camas extrahoteleras, de las cuales una gran parte cambian su uso a residencial. La oferta había sido regulada por la Administración en cuanto a su crecimiento, pero la subsistencia competitiva de una cama en el mercado se sigue regulando por los mecanismos naturales de autorregulación del mercado, la cama que no tiene demanda simplemente es expulsada del mercado. A pesar del aumento de camas hoteleras, se sigue manteniendo la desproporción con relación a las extrahoteleras. En tiempos cuando la demanda se ha inclinado por la cama hotelera,esta situación confirma la pérdida de competitividad de la isla de Gran Canaria como destino turístico.
En Mayo del 2009 se aprueba la “2ª moratoria turística”, a pesar de las preocupantes cifras de desempleo en los sectores de la construcción y servicios a partir del 2006 y las indemnizaciones millonarias derivadas de la 1º moratoria. El balance final después de quince meses de vigencia de esta 2ª moratoria son: un proyecto hotelero de sustitución (suspendido por el Cabildo majorero), tres proyectos de permutación de ocio adaptados a esta ley y 54 reclamaciones de indemnización (de ellas, la mayoría provienen de la isla de Gran Canaria). Sin duda, un triste balance.
En definitiva, al contener la evolución de la oferta, también se contuvo la evolución de la modernización, factor crucial de competitividad, y a la vez se contuvo la adaptación de la estructura de la oferta alojativa al tipo de cama demandada, la cama hotelera.
(2) La falta de renovación de las infraestructuras turísticas ha jugado un papel importante en la pérdida de competitividad del destino, y especialmente de algunos núcleos turísticos. En este caso, al contrario que en el apartado anterior de las moratorias, estamos ante una “no-intervención”, ante la dejación de la renovación de infraestructuras básicas en núcleos turísticos de vital importancia para la isla. El deterioro va desde carreteras en mal estado, la falta de modernización de los accesos a la playa, la falta de renovación y mantenimiento de las aceras, hasta la falta de planificación del tráfico en el núcleo turístico. Además, también los servicios infraestructurales presentan deficiencias, como se puede ver en el problema de la regulación de los ruidos en la zona turística (tráfico, botellones, locales nocturnos,..), en la falta de renovación y/o mantenimiento del mobiliario urbano como las hamacas de la playa, en las molestias ocasionadas a nuestros visitantes a través del “impuesto anti-comercial” de las zonas azules,…. De esta manera se disminuye la capacidad de comercialización y capacidad de satisfacer las expectativas del turista, las dos componentes principales de la competitividad.
En la tercera parte del artículo se tratarán los otros tres condicionantes de competitividad: la oferta de ocio complementario, el desarrollo de productos turísticos y la innovación.
Nota: El artículo es un extracto resumido del proyecto “Condicionantes de la competitividad turística grancanaria”. Este ensayo-análisis turístico está disponible íntegro con todas las estadísticas de referencia y sus fuentes en la página www.antoniogarzon.com
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