10 falsos mitos turísticos que se consolidan en la realidad
Empiezan como interpretaciones simplificadas o distorsionadas de ciertos procesos, para convertirse luego en titulares simplones, que se van repitiendo hasta que los vamos normalizando y se convierten en «verdades aceptadas» que se consolidan en nuestra realidad. A continuación expongo una selección de 10 ejemplos de estos falsos mitos:
(1) «Un 40% del empleo depende del turismo; vivamos del otro 60%”
Va a ser que no. Es una afirmación que suelo oír y que va vinculada a otras hipótesis como “hay que reducir la dependencia del turismo”. Pues no vamos a poder vivir, ajenos al turismo, del otro del otro 60%, porque la mayor parte de ese 60% también depende del turismo. El 40% que figura en las estadísticas oficiales aglomera los empleos directos e indirectos, pero si le añadimos los empleos derivados (los que dan servicio a la población, como p.ej. maestros, médicos, comerciantes en zonas residenciales, etc.) no vamos a más del doble de cuota.


Esta aplastante relevancia del turismo puede parecer no tener repercusión práctica, pero sí la tiene. Conlleva considerar el turismo como un “Bien de Interés Económico” y defender a toda costa a su bien más tangible, al turista, lo que justificaría, por ejemplo, la aprobación de servicios mínimos de más del 25% en caso de huelgas en el sector turístico, o una comunicación institucional más responsable con los turoperadores británicos, que representan una cuota de mercado del 40% de nuestro turismo (Cabildo Tenerife, feb.’25: «llévese sus aviones«), o, incluso, considerar la prohibición de manifestaciones anti-turistas en los mismos núcleos turísticos.
(2) “La riqueza del turismo se va fuera”
Este ya es un clásico. Se debe a diferentes percepciones de «riqueza», que se basan en cuestiones como que los pagos de las vacaciones a los TTOO se producen en origen y no en destino (que no quiere decir que el gasto no fluya al destino), o en la tributación en el exterior del impuesto de sociedades de empresas sin sede fiscal en Canarias, o en las importaciones necesarias para el turismo.
Sin embargo, remito al motor y fuente de riqueza tratado en el anterior punto: el empleo. Sin el turismo el 90% de la actual población residente no tendría empleo y, por tanto, probablemente no estaría en Canarias. En este contexto, afirmar que la riqueza del turismo «se va fuera» es no querer ver lo que el turismo ha contribuido y contribuye al desarrollo de la sociedad canaria. Incorporemos el empleo en nuestra definición de «riqueza» y quizás cambie la percepción de esa supuesta fuga de riqueza.
(3) “El alquiler vacacional democratiza los beneficios del turismo pues reparte la riqueza”
Es un macro-mito instaurado en la sociedad de forma profunda, tanto que algunos estudios ya lo asumen como hipótesis inicial, sin ni siquiera someterla a revisión. Esta percepción tiene dos implicaciones: por un lado, la hipótesis de que los hoteles no contribuirían al bienestar social, aplicando, en vez del término «redistribución de renta», el de «reparto de riqueza» con un cierto matiz marxista de colectivización de los medios de producción.
Por otro lado, el mito sugiere que debemos ser propietarios de unidades alojativas y explotarlas autónomamente para recibir “riqueza», además con una libertad ilimitada de actuación al ir estrechamente ligado al otro mito «con mi propiedad hago lo que me da la gana», que, ahora sí, le da un margen absoluto al derecho de la propiedad.
Al margen de que la anarquía no puede ser un principio de actuación de un modelo turístico, aquí nos encontramos con una clara falta de definición sobre qué es la «riqueza del turismo». En este sentido, veo más adecuada utilizar para la definición de «riqueza» los parámetros empleo y tributación (ver post: «¿Es sostenible el alquiler vacacional?» (2016)), añadiendo también el gasto turístico. Y en todos estos tres parámetros (empleo + fiscalidad + gasto), que serían los auténticos motores del reparto de riqueza, el alquiler vacacional queda muy por debajo del potencial de reparto de las camas turísticas tradicionales.

Además, la progresión incontrolada del alquiler vacacional (junto con la dejación de construir viviendas durante varias décadas y la inseguridad aportada por ley nacional de vivienda del 2023) ha sido uno de los detonantes de la inflación inmobiliaria y la escasez de vivienda, que constituye la principal reivindicación del 20-A. Junto a la vivienda, la saturación de las infraestructuras constituye otro foco de insatisfacción de la población, alrededor de lo cual se ha formado otro peligroso mito:
(4) «El tren solucionará las congestiones de la GC-1»
Pues no, el tren no va a descargar significativamente la GC-1. Recordemos que tren solo prevé un transporte de 960 pasajeros/hora (salidas cada 15 minutos con una capacidad de 240 pasajeros) cuando en la GC-1 en la actualidad circulan 200.000 vehículos diarios. Si nos centramos en las horas punta, según el post de este blog “Incógnitas sobre el tren de Gran Canaria” sólo obtendríamos una descarga del 5%, suponiendo que se gestionen en paralelo los traslados secundarios (parkings disuasorios, lanzaderas al puesto de trabajo desde la estación de destino). Al no estar estos traslados secundarios contemplados en la suficiente medida dentro del proyecto, la capacidad de descarga de la GC-1 del tren sería bastante inferior al 5% y no justifica las expectativas que se le están atribuyendo.

¿Cómo se descargaría notablemente la GC-1? La principal descarga de la GC-1 vendrá asociada a la construcción de nuevas viviendas en municipios turísticos o colindantes, pues se producirá el efecto contrario a la gentrificación, es decir, un acercamiento de los residentes a su puesto de trabajo. Además, habría que añadir propuestas viales más realistas que un tren, subterráneo en gran parte y con varias expropiaciones, como sería la ampliación del servicio de guaguas con la habilitación de un carril exclusivo en parte de ese recorrido planificado para el tren (aprovechando así parte del proyecto, que ya lleva más de 55M gastados).
(5) “Hace falta una ecotasa «real»”
Es el macro-mito del momento y una parte de las reivindicaciones de las tres protestas. La coletilla «real» apareció poco antes del 20-O y, a pesar de parecer referirse a una «tasa turística» en el sentido literal de su definición, es decir, un tributo por la utilización de un espacio natural concreto, en realidad los organizadores se refieren a un impuesto de pernoctación, aludiendo con «real» a «finalista» (=reinvertido en recursos turísticos).
Sin embargo, según la definición del Prof. Rodolfo Espino, este impuesto (al contrario que una «tasa») no tiene que ser finalista, no puede ser aplicado por un Ayuntamiento o Cabildo y no puede dejar exentos a los locales. A esta confusión de conceptos en el 20-O se suma la utilización de la coletilla «real» durante las protestas en el sentido de «disuasoria» con cánticos como: «Sí ecotasa, vete pa’ tu casa«, o «Queremos ecotasa, fuera de mi casa«. Es decir, una ecotasa para castigar al turista y que, preferiblemente, no venga.

Finalmente, desde la política se terminó de distorsionar su significado, atribuyéndole un carácter de «justicia social» y proyectándola como la única vía para reinvertir en infraestructuras turísticas (paradójicamente, en un contexto de un récord en recaudaciones fiscales por el turismo), confundiendo ya del todo a la población, máxime cuando es utilizada para «apagar el fuego de las protestas».
Y, en este mismo contexto, enlazamos con la siguiente interpretación errónea:
(6) “Los turistas están de acuerdo en pagar la tasa turística”
El que una encuesta a turistas sobre hipotéticos comportamientos futuros nos indique que una mayoría estaría dispuesta a pagar una tasa turística no quiere decir que en la realidad lo vayan a hacer. Además, podríamos estar ante una pregunta que implica una respuesta «socialmente deseada«, pues para el turista encuestado contestar que no aceptaría un sobreprecio para reinvertir en reparar lo que, supuestamente, él mismo habría degradado, podría implicar una muestra de falta de responsabilidad social. Ver argumentación en post anterior: “ITB 2025(3): Overtourism y tasa turística”.
Además, se asume que el turista asumiría cualquier subida de precio y no está dicho que la demanda sea totalmente inelástica, mucho menos en un contexto de auge de destinos competidores con menores niveles de precios y sin protestas anti-turismo.
(7) “El estatus RUP justifica una ley de residencia”
Basar todas las peticiones de excepciones en el «argumento RUP» podría empezar a estar manido, máxime cuando la emergencia habitacional se deriva directamente de una falta de gestión, básicamente por no construir vivienda pública y libre durante décadas y por no saber contener el crecimiento anárquico del alquiler vacacional.
Ello no quita que sí haya argumentos suficientes que apuntan a la necesidad de limitar la compra de vivienda a extranjeros, pero no parece tener lógica pedir la prohibición permanente para la adquisición de cualquier inmueble sin un compromiso público claro de gestionar la vivienda. De ahí que la petición de excepción tendría que ir vinculada, al menos, a compromisos como por ejemplo:
- Limitación temporal de la prohibición (5-6 años) mientras se materializan las medidas contra la emergencia habitacional (construcción de viviendas, regulación del alquiler vacacional).
- Limitación del valor de las viviendas adquiridas, pues la prohibición no debería afectar a chalets de 3M de euros, pues nada tienen que ver con la emergencia habitacional. Por ello, sería lógico establecer un importe máximo de valor de viviendas afectadas por tal prohibición, como por ejemplo 400.000 euros, por poner una cifra.
- Mayores restricciones para la residencia de foráneos inactivos: Si se prohíbe la compra, podría haber un desplazamiento hacia el mercado de alquiler durante el periodo de carencia que se establezca y la escasez habitacional permanecería. De ahí que harían falta más restricciones para el empadronamiento, más allá del seguro médico privado y una cantidad en la cuenta corriente.
Cuantas más limitaciones a la excepción pedida, mayor será la posibilidad de que se conceda por la UE. Lógicamente, todo ello sólo sería aplicable para no residentes inactivos, y no para los extranjeros que vienen a cubrir esas vacantes de puestos trabajos para sostener la actividad económica. Además, este tipo de regulaciones conviene tramitarlas de forma ágil y sin grandes titulares, con el fin de evitar el efecto contrario de llamada (véase, por ejemplo, la moratoria del 2001). No obstante, se está llevando a cabo con bombo y platillo, con el consiguiente peligro de atraer más demanda de foráneos para comprar viviendas en Canarias (ver: «Modelo turístico: 10 cartas al futuro»).
(8) “El turismo es un depredador del territorio”
El mito de los «depredadores del territorio» tiene anclajes muy profundos en la sociedad canaria. Fue creado por el Gobierno canario a finales de la primera década de los 2000 para justificar las prolongaciones de la moratoria turística. Con este “mito institucional” se hacía alusión al empresario alojativo, que supuestamente iba llenando la isla de hoteles y destruyendo el paisaje a su paso. No obstante, si nos limitamos a la superficie edificada por construcciones turísticas y la ponemos en proporción a la superficie de cada isla, llegaríamos a la conclusión de que el suelo urbano turístico ocupa en la actualidad menos del 3% de la superficie isleña canaria.

La problemática de la «depredación del territorio» (una de las reivindicaciones del 20-O, ver decálogo de Ben Magec) podría clasificarse como «imprecisa», pues se basa en una percepción subjetiva, posiblemente influida más por los modelos de urbanización dispersa de las urbanizaciones residenciales que por una expansión de establecimientos hoteleros en las mismas zonas turísticas, las cuales están bastante acotadas y cuyo suelo comprometido pendiente de urbanizar es muy limitado. De hecho, el desarrollo de la planta hotelera/extrahotelera en los últimos años ha estado estancado/en retroceso, mientras que la tipología que ha subido exponencialmente es la del alquiler vacacional (ver gráfico).

(9) “La hostelería tiene salarios de miseria”
Es otro mito arraigado en la sociedad. En principio, “de miseria” no pueden ser porque el sector turístico tiene salarios superiores a todos los demás sectores en Canarias (¿cómo clasificaríamos a los demás sectores?) y, por otro lado, los salarios de hostelería de Canarias superan a la media nacional en dicho sector (están en tercera posición, según La Provincia, 11.01.25). Pero no vamos a opinar aquí si los salarios son altos o bajos (eso corresponde a la negociación colectiva), para centrarnos en dos cuestiones llamativas sobre esta cuestión:
- Llama la atención que se centre el debate en los salarios, que es un extremo del poder adquisitivo, en vez de considerar también el otro extremo, que son los precios de mercado (cesta compras + vivienda), donde está el origen del descontento social, especialmente en el precio de la vivienda. Se caricatura, por tanto, a un supuesto “empresario hotelero mezquino que no reparte”, pero no se piden responsabilidades a los gestores públicos quienes, a base de no potenciar la construcción de viviendas durante décadas y no regular el alquiler vacacional, provocaron la inflación inmobiliaria.
- Asimismo, es llamativo que la negociación colectiva de los agentes sociales, una de las bases de una economía de mercado, no cuente con la imparcialidad de la Presidencia de Gobierno regional, en quien ha calado el mito del “reparto de riqueza” y que ha olvidado que fijar o promover salarios desde la Presidencia corresponde más bien a un sistema de economía planificada.
(10) “La unidad de explotación debe ser extinguida”
Otro mito que se impone y que incluso ha logrado el apoyo de importantes municipios turísticos. Recordemos que la palabra clave del concepto de la Ley de 1995 es «unidad», que responde al objeto de garantizar al turista un interlocutor único con el que relacionarse y una homogeneidad de servicios de un establecimiento. Nótese que el término contrario es la «anarquía de explotación», en la que cada unidad alojativa se comercializa por separado, resultando un mix de productos que imposibilitan la imagen homogénea del complejo (apartamentos con/sin renovación, con diferentes niveles de servicios de limpieza, con/sin personal, sin garantías del mantenimiento de las zonas comunes, sin un interlocutor visible que responda por el complejo, etc.).
Obviamente, la unidad de explotación debe ser preservada a toda costa, mientras no se definan otras alternativas que garanticen de la misma manera la homogeneidad del producto alojativo (como podría ser, por ejemplo, una «unidad de gestión» según el apartado 3b del post «60 propuestas para otros 60 años de Maspalomas Costa Canaria«, 2022).
Conclusión
Finalmente, si unimos todos los 10 mitos, obtendríamos una percepción del turismo que no solo no encaja en el actual modelo turístico, sino en ningún otro modelo turístico alternativo, pues básicamente todos los puntos tratados apuntan a que el turismo no sería una actividad rentable para la sociedad. De ahí que, aparte de una gestión estratégica del turismo (incluyendo la componente social), también sea necesario trabajar en una narrativa turística real y evitar que se imponga definitivamente esa percepción distorsionada del turismo.
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Nota: Agradezco a Javier Sheng Pang, periodista de Canarias 7, contar con mi opinión para este artículo sobre la protesta del 18-M: «Los expertos avisan de que la «heterogeneidad» del movimiento pone en riesgo su continuidad», Canarias7.es, 20.05.25.
También agradezco la entrevista en el Programa «Ponte al día» de la TV Canaria del pasado viernes, 16.05 ( en el vídeo en el minuto 1:40:00):
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«Entrevista a Steve Heapy, CEO de Jet2, el principal turoperador británico: «La tasa de Mogán es una locura. Añadir impuestos al turismo es un juego peligroso», Silvia Fernández, Canarias7, 26.01.2025.
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