Moratoria versus Desarrollo Sostenible (4 de 6)

4ª parte: El equilibrio económico-social-medioambiental

El título de esta serie de cinco artículos Moratoria versus Desarrollo Sostenible implica de por sí que ambos términos no tienen el mismo significado, tal como sostenían firmemente (y continúan sosteniendo hoy) los planificadores al aprobar la primera moratoria turística en el 2003. La confusión entre “crecimiento-cero” (implícito en la moratoria) y “desarrollo sostenible” es el auténtico error de fondo del intento de planificación turística a través de la moratoria. Vemos pues que el concepto principal en el que los legisladores fundamentaron esta intervención radical en el mercado fue el “desarrollo sostenible”. ¿Pero qué es “desarrollo sostenible”?

Los tres pilares del desarrollo sostenible
Diversas definiciones del concepto coinciden en calificarlo como “un desarrollo económico y social respetuoso con el medio ambiente”. El objetivo del desarrollo sostenible es definir proyectos viables y reconciliar sus tres pilares:
1) el económico (contribuir al desarrollo económico en el ámbito de creación de empresas y puestos de trabajo),
2) el social (en sus consecuencias sociales a todos los niveles),
3) el medioambiental (compatibilidad entre la actividad social de la empresa y la preservación de la biodiversidad y de los ecosistemas).

Las tres componentes tienen que ser consideradas en la planificación turística de un destino para poder hablar de desarrollo turístico sostenible. De considerar sólo el pilar ecológico y el social podría resultar un modelo “soportable”, pero no sostenible. De considerar sólo el ecológico y el económico, el modelo podría ser considerado como “viable”, pero no como sostenible. Sólo si los tres pilares son considerados en la planificación, conformando una situación de equilibrio,  podremos hablar de un modelo de desarrollo sostenible.

¿Es posible el desarrollo sin crecimiento económico?
La justificación de fondo del desarrollo sostenible proviene tanto del hecho de tener unos recursos naturales limitados, susceptibles de agotarse, como del hecho de que una creciente actividad económica sin más criterio que el económico produce, tanto a escala local como planetaria, graves problemas medioambientales que pueden llegar a ser irreversibles. Desde ideologías ecologistas más radicales se hace énfasis en opciones como el “crecimiento cero” o el “decrecimiento económico”, por entender los propulsores de esta última opción que el respeto al medio ambiente no es posible sin reducir la producción económica. Con referencia a la relación entre desarrollo sostenible y crecimiento económico varios autores hablan de la “dicotomía crecimiento-desarrollo”. ¿Es viable el desarrollo sin crecimiento económico? Y, por otro lado, ¿es viable el crecimiento, si no es enfocado como un desarrollo duradero, sostenido a lo largo del tiempo?  La inmensa mayoría de los autores concluyen que no hay desarrollo sostenible sin crecimiento económico, pero tampoco lo hay si ese crecimiento no es un “proceso balanceado y auto-sostenido” (ver p.ej. artículo de Lidia Díaz Gispert, investigadora de temas medioambientales).

Si desglosamos el concepto “desarrollo sostenible” en los dos términos que lo componen, se podrían interpretar ambas componentes como sigue:

1) la componente “desarrollo”, que relacionamos con términos como “crecimiento”, “avance” o “progreso”,  vinculada a los dos pilares económico y social; nótese que si algo “se desarrolla”, “avanza”, “crece” o “progresa”, forzosamente está en movimiento y, por tanto, es dinámico (es decir, lo contrario de estático), por lo que esta componente implica dinamismo.

2) la componente “sostenible”, que relacionamos con términos como “respetuoso”, “controlado”, “balanceado” o “sin efectos secundarios”, vinculada al pilar medioambiental.

Por tanto, se interpreta el término de “desarrollo sostenible” en el sentido de “crecimiento respetuoso”, “avance controlado”, progreso balanceado”,…., es decir, que el término lleva implícito, por un lado, un crecimiento y, por otro lado, un control de los efectos secundarios.

Crecimiento planificado versus Intervención en la madurez
En mi ensayo-análisis “Condicionantes de la competitividad turística grancanaria” (Las Palmas, Marzo 2011) hago un comparativo  entre un destino turístico con una planificación turística consecuente desde su fase de introducción turística y un destino que atraviesa toda la fase de crecimiento turístico sin planificación previa para, posteriormente, intervenir en la fase de madurez, cuando el número de visitantes se retrae y el destino empieza a mostrar claros síntomas de envejecimiento (de las infraestructuras, de la planta alojativa, de algunos conceptos vacacionales), como es el caso de Canarias. De este comparativo se concluyó lo siguiente con relación al modelo de desarrollo turístico de Canarias, la moratoria turística:

1) Modelo sin planificación en las etapas previas: Mientras que un destino con una planificación consecuente (como p.ej. las Islas Seychelles) supedita su intervención a un plan estratégico claramente definido, en el caso de Canarias la intervención se deriva precisamente del hecho de que no ha habido anteriormente una planificación estratégica del desarrollo turístico. (Es necesario mencionar que se encuentran pocos destinos con planificaciones consecuentes desde su fase de introducción)

2) Interviene en la etapa de madurez turística: Una planificación consecuente “interviene” en la fase de introducción turística con el objetivo de modular y dirigir el crecimiento (en el gráfico: “Intervención 1”), entre otras cosas para evitar que el producto pueda llegar a su fase de madurez, mientras que en Canarias se ha intervenido en el mercado cuando el crecimiento principal ya se ha producido y cuando el producto ya está en su fase de madurez mostrando claros síntomas de recesión (en el gráfico: “Intervención 2”).
En la tercera parte de este artículo habíamos visto la misma diferencia con relación a la aplicación del término “capacidad de carga turística”: mientras que destinos con planificación previa han aplicado el término al inicio de su ciclo de vida turístico como un indicador medioambiental que actúa como guía del crecimiento, haciendo de “estabilizador” del pilar social y el pilar económico con el fin de obtener un equilibrio entre los tres pilares, Canarias aplica el término en la fase de madurez utilizando su carácter medioambiental como justificante de la congelación del crecimiento, pero sin previsión alguna de sus efectos sobre el pilar social y el pilar económico. Son dos tipos de intervención muy diferentes.

3) Modelo estático: La naturaleza de las variables implícitas en un modelo turístico es muy importante, especialmente en cuanto a su dinamismo. Un destino que planifica desde la introducción incluyendo variables dinámicas en el proceso, por ejemplo, definiendo su capacidad de carga de forma dinámica con vinculación a indicadores infraestructurales y de congestión zonal (ver 3ª parte del artículo), podría desarrollar sus capacidades (camas turísticas) en consonancia a los objetivos cualitativos del destino, previamente definidos y recogidos en un plan a largo plazo. En el caso de Canarias estamos ante un modelo estático, pues la intervención se basa únicamente en la suspensión de nueva clasificación de suelo turístico y del otorgamiento de licencias turísticas a propietarios con suelo ya clasificado anteriormente como turístico. Contemplando la teoría de las dos intervenciones canarias de los 2000 podrían identificarse indicios teóricos del propósito de incorporar elementos dinámicos en ambas intervenciones, como podría ser la autorización del Parlamento de la aprobación del crecimiento del 1% para proyectos “excepcionales”, en el caso de la Ley de Directrices (1ª moratoria, 2003), y el convenio de sustitución (art.13) y la licencia para hoteles de cinco estrellas de gran lujo (art.16,e) en el caso de la Ley de Medidas Urgentes (2ª moratoria, 2009). Sin embargo, la incorporación de estos elementos dinámicos se ha quedado en pura ficción teórica, sea por falta de viabilidad del planteamiento mismo (véase p.ej. caso de Sol Melía en Montaña Verodes, Fuerteventura) o ya por la interacción de la burocracia, la “hermana pequeña” de la moratoria dentro de la familia de la intervención. El modelo canario no contiene, por tanto, variables dinámicas que permitan un crecimiento, por lo que es completamente estático.

4) Modelo cuantitativo-restrictivo: La moratoria turística canaria simplemente le pone techo al número de camas del mercado. Es un modelo estático de  tipo cuantitativo (actúa sobre el número de camas) y restrictivo (prohíbe), aplicando la máxima restricción posible, el “crecimiento cero”, que equivale al movimiento ecologista de “ni una cama más”.  Dicho “crecimiento cero” en la realidad ha sido más bien un “decrecimiento económico”, pues hemos visto durante los últimos años que legislativamente se le puede poner un techo al número de camas, pero no un fondo, pues el mercado expulsa las camas que no tienen razón de ser. La expulsión no se puede regular o intervenir, se produce por la interacción entre demanda y oferta. De ahí que Gran Canaria desde el 2007 progresivamente pierda capacidad alojativa total. Ha sido ingenuo pensar que delimitando el crecimiento se correspondería al “ni una cama más” y a la vez se mantendría el potencial competitivo de la oferta alojativa, pues más bien se ha logrado el “muchas camas menos” y un grave deterioro del poder competitivo de la actual oferta alojativa.

Conclusiones
De las anteriores reflexiones se deriva la seria duda de si realmente se ha intervenido en Canarias a principios de los 2000 en el mercado con el modelo adecuado. Los efectos de esta intervención, tratados en posts anteriores en este blog (ver p.ej. “Los efectos de la moratoria en la competitividad grancanaria”), muestran claramente y sin lugar a dudas que el modelo no ha sido el apropiado. De hecho, el modelo no puede ser clasificado como un modelo de “desarrollo sostenible, tal como pretendía ser, y según las definiciones tratadas al inicio de este artículo, principalmente porque el término “desarrollo” no sería aplicable, al no llevar implícito un crecimiento económico y, con ello, carecer el modelo de dinamismo. El modelo es puramente estático, lo cual, unido a una falta de rehabilitación de las infraestructuras y camas turísticas, en términos de competitividad turística ha significado un retroceso en relación a los competidores. En relación al medioambiente el modelo podría ser denominado “sostenible”, si relacionamos la sostenibilidad con “sin efectos externos para el medioambiente”, pues al no haber nueva actividad y crecimiento, tampoco habría efectos externos añadidos. Sin embargo, si vamos más allá de la habitual definición y aplicamos la “sostenibilidad” no sólo al pilar medioambiental, sino también a los otros dos pilares, el económico y el social, cabe dudar seriamente de la “sostenibilidad económica y social” del modelo de intervención canario, especialmente en vistas de las astronómicas cifras de desempleo de Canarias y la constante pérdida de modernidad de las camas turísticas en comparación con otros destinos competidores:

¿Es “socialmente sostenible” a medio-largo plazo una tasa de paro de más del 30% de la población activa en una comunidad autónoma que, además, es una de las dos únicas comunidades españolas que aún va a tener un aumento poblacional (aunque bajo) hasta el 2021?

¿Es “económicamente sostenible” a medio-largo plazo un modelo de desarrollo de una región (cuyo único motor económico es el turismo) que evidencia claramente una total incapacidad de emprender las rehabilitaciones necesarias en camas e infraestructuras (tanto por la parte privada por falta de consenso, financiación y/o viabilidad, como por la parte pública por politización de la materia turística y constantes desavenencias partidistas), a la vez que, paralelamente, no permite por ley poner en el mercado ni una sola cama turística nueva?

La actual situación en Canarias dista mucho de poder ser definida como un equilibrio entre los pilares medioambiental, social y económico. La moratoria turística, desde su naturaleza completamente estática, no contempla importantes aspectos sociales y económicos, que están constantemente cambiando. Es más, la primera moratoria ha actuado, por muy paradójico que parezca, como un instrumento desequilibrador de los tres pilares del desarrollo sostenible. Ha sido el mayor desestabilizador social y económico de la pasada década, como hemos podido ver en sus efectos a partir del 2007. En posts anteriores se ha expuesto, por ejemplo, que uno de los objetivos de la primera moratoria fue la contención del crecimiento poblacional, pero que, sin embargo, ésta provocó de forma directa el mayor crecimiento poblacional que nunca ha tenido Canarias en una sola década (+400.000 habitantes del 2000 al 2010), lo cual ha sido un desestabilizador social importante en vistas a las actuales cifras de desempleados y al volumen de la población activa (ver post “¿Superpoblación en Canarias?”). En definitiva, la moratoria turística canaria no sólo no se corresponde con la definición expuesta de “desarrollo sostenible”, sino que ha actuado como desestabilizadora de un equilibrio social-económico-medioambiental, es decir, no es que el término “moratoria” sea diferente a “desarrollo sostenible”, sino que es literalmente opuesto, pues fomenta el desequilibrio de los tres pilares. El término “moratoria turística”, tal como ha sido definido y puesto en práctica en Canarias, más bien es sinónimo de “no-desarrollo” y de “insostenible”.

Por tanto, si entendemos que todo destino turístico, en especial cuando presenta el añadido de condición de isla, requiere una planificación de su crecimiento, ¿cuál sería el tipo de modelo de desarrollo más adecuado para Gran Canaria, considerando que ya se encuentra en su fase de madurez y con claros síntomas de declive en varios de sus núcleos, así como una población activa de la cual el 30% está parada? En la quinta (y última) parte de este artículo se propondrán las principales características que deberían estar incluidas en la planificación turística de la segunda década de los 2000 con consideración del actual contexto económico y social.

 

Nota: Este post es la cuarta parte de una serie de seis partes:
1ª parte: “La moratoria, una intervención seriamente cuestionada”
2ª parte: “Los depredadores del territorio”
3ª parte: “La capacidad de carga turística”
4ª parte: “El equilibrio económico-social-medioambiental”
5ª parte: “La realidad económica, social y medioambiental”
6ª parte: “Planificación turística 2012-2020”

 

Artículos relacionados:
”La sostenibilidad del desarrollo en el siglo XXI”, Lidia Inés Díaz Gispert, 2008.

Publicación relacionada:
«Condicionantes de la competitividad turística grancanaria», Antonio Garzón Beckmann, Las Palmas, Marzo 2011, pg. 270-291.

Artículos relacionados en este blog:
”Los efectos de la moratoria en la competitividad grancanaria (1)”, 15 de diciembre 2010
”Los efectos de la moratoria en la competitividad grancanaria (2)”, 18 de diciembre 2010
”¿Superpoblación en Canarias?”, 30 de septiembre 2011


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